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martes, 16 de octubre de 2018

Algunas entradas en mis blogs y mis "cara-libros" Fb

10ª Feria de Turismo y Desarrollo del Bierzo Alto




Gentilmente he sido invitado por los organizadores de la Feria de Turismo y Desarrollo del Bierzo Alto para participar en la misma coordinando algunas actividades sobre campanas y sus toques tradicionales. Además, tengo que agradecerles el hecho de haber tenido en cuenta mi sugerencia a propósito del comunal toque "a bébora" de antaño y aprovechar su denominación para nominar de modo protagonista la presente edición. Muchas gracias por ello. Os adelanto el programa de actos e invito a participar en esta variada, apetitosa e interesante jornada enraizada en la tradición.. 

Referencias en redes
https://www.facebook.com/photo.php?fbid=2375504255809336&set=a.573021219390991&type=3&theater

IMPACTOS EN PRENSA


PROGRAMA DE LA FERIA

9,30 h:     “Senda de los petroglifos”, Ruta guiada. Salida Plaza Virgilio Riesco

11,00 h:    Inauguración de la Feria y mercadillo. Saludo de autoridades y visita a la Feria.
              – Ronda y animación musical de “Los Pamplinas”

11,45 h: “Toque a bébora”
              – Entrega del 3er Premio Salamandra del Bierzo a “Raúl Pérez Pereira”. 

12,30 h: “Homenaje a las campanas”; toques de campaneros de las comarcas leonesas. “El mundo de las campanas y muestra de toques tradicionales” (Héctor-Luis Suárez Pérez). 
13, 30 h: Cata de vinos DEO Bierzo de Raúl Pérez Pereira
14,30 h: “Toque a vecera”
              – Comida Popular a cargo de la A. C. Carqueixa del Bierzo

17,00 h: Teatro: “Bergidum, el sueño de Plinio” con “Ánima Mundi”

18, 00 h: “Toque a bébora”
               – Cata de vinos de la bodega Estefanía comentada por José Luis Prada

19,00 h: Concierto musical de música Folk a cargo de “Tornadera”.

20,30 h: "Toque a facendera”
              – Primer MAGOSTO POPULAR a cargo de “Castañas del Alto Sil”
              – Cena Popular a cargo de la A. C. Carqueixa del Bierzo
21,00 h: Sorteo y entrega de la Gran Cesta de ATUDEBIAL.
             Animador- presentador de la Feria “El Gran Rufus”

OTRAS ACTIVIDADES
Se desarrollarán en la feria durante toda la jornada. 


– Taller de cerámica a cargo del maestro artesano José Manuel Rodríguez (Toreno).
Taller de toques de campanas. (Inscripción en la Feria).
– Rutas a caballo a cargo de la Cuadra Santa Bárbara. (Inscripción en la Feria).
– Taller de arte gráfico mural a cargo del dibujante “Lolo”. (sólo por la mañana).



Participación en debates del centenario del "Bar Benito", "con in porrón de años"

Artículo "Marita"




TRIBUNA

Marita: lujo de trayectoria vital que la provincia no puede relegar al limbo


HÉCTOR-LUIS SUÁREZ PÉREZ 
PROFESOR DEL CONSERVATORIO PROFESIONAL DE MÚSICA CRISTÓBAL HALFFTER DE PONFERRADA (leon)
19/02/2018

El pasado mes de diciembre nos abandonó María Manuela Caro y Carbajal Marita. Para muchos, además de la inseparable mujer y compañera del compositor Cristóbal Halffter, el incuestionable motivo para su vínculo con esta provincia leonesa, con la comarca berciana y con la localidad de Villafranca en particular. Un lugar donde nadie desconocía que, tanto ella como sus familiares mas cercanos, entre sus ascendientes y alrededor del Marquesado de Villafranca del Bierzo, acumulan tantos y tantos representantes de una antañona estirpe de abolengo nobiliario hispano, con varios ‘Grandes de España’ en su elenco. Pero su herencia de nobleza no radicaba en su ‘estado de nobiliario’, pues a ella le tocó en herencia el castillo y el título a su hermano.
Marita, en el idílico Bierzo vinculado a su familia e infancia, heredó y cultivó en su niñez el gusto por el arte del sonido, dándole con el tiempo forma para, ya en su juventud, eclosionar profesionalmente de modo brillante en la capital de España. Un fenómeno y proceso tal vez paradójico a ojos de alguno —como también alguien muy próximo a ella expresase en su despedida—, que fraguó su origen en un lugar tan aislado de la realidad cultural musical más puntera, como era Villafranca. Pero, probablemente, esto no se acerca a la realidad, ni hace justicia a la semilla que en ella afloró. Como algo más de un siglo y medio antes hubiera arraigado también en otro ancestro de su estirpe que, precisamente en su contexto más musical —leyendo música reclinado sobre un teclado— ya retratase el mismísimo Goya —hoy, en El Prado—. Me refiero a su ilustrado antepasado directo José Álvarez de Toledo Osorio, XI Marqués de Villafranca, Duque de Medina Sidonia y Duque de Alba. Quien, en tiempos de Carlos III, además de excelente melómano era académico de Bellas Artes, mantenía contacto epistolar con Haydn y era buen tañedor de viola en el estricto círculo del infante clavicenvalista Don Gabriel. Por tanto, tal vez la genética artística de su noble condición se unió en algún modo a su ‘nobleza personal’, más decisoria, para su vínculo con las artes, con la música y con el piano en concreto como vehículo de expresión interpretativa.
Esta singular mujer, toda una señora de gran personalidad y carácter a todo nivel vital, como podría afirmar cualquiera que la tratase, afrontó como pionera de la interpretación retos históricos para la particular historia de las pianistas en España. Retos y logros que, injustamente, todavía son desconocidos por muchos. Jesús Ruíz Mantilla nos contaba en El País que Marita culminó sus estudios en Conservatorio Superior de Música de Madrid, a finales de los cuarenta, con Premio Extraordinario para, poco después, obtener el Ricardo Viñes. Solista de piano con la Orquesta Nacional —una de las primeras de su género—, se atrevió con repertorio contemporáneo del XX. La obra de compositores como Pierre Boulez, Ligeti, el exiliado Roberto Gerhard y otros de la escuela de Viena, como Anton Webern formaron parte de sus interpretaciones. De su marido grabó su integral para piano y, con la Orquesta de la Radio de Baviera, estrenó su concierto para piano. Fue además colaboradora de numerosas orquestas europeas de gran prestigio.
Un palmarés que ha constituido el motivo principal para que, los grandes medios culturales de comunicación de nuestro país, se hicieran eco de la noticia de su desaparición. Algo que a muchos sorprendiera pues, era noticia por sí misma y por la importancia de su propia biografía profesional, y no por su condición de «cónyuge de». El País, El Mundo, Radio 2 Clásica, los medios musicales especializados y los leoneses y de la comarca berciana en general, por citar algunos, han dado fe de ello.
Pero además, Marita enamoró a Cristóbal hasta su muerte. Y ella se enamoró de él, del músico y del hombre, del mismo modo. Como prueba, el sacrificio de su carrera por su propuesta vital y familiar común, con sus hijos —a los que empapó de amor a su Villafranca— y, mientras… ellos dos «siempre juntines», hasta el fin. Así, muchos hemos tenido la oportunidad de verlos en «su conservatorio», además de compartir con ambos tantos momentos de modo sencillo y afable. Un cariñoso matiz de comportamiento tan espontaneo, bonito y entrañable en lo humano que, tal vez, tenga algo o mucho que ver con el hecho de que uno de los dos amantes hubiera visto la luz y se criase en Villafranca. Pues, a otros hijos de la villa, les ha inundado una característica similar…, habría que preguntárselo a sus amigos Antonio Pereira y Úrsula.
Pionera en erigirse como músico profesional al más alto nivel como intérprete pianística, Marita fue por ello un personaje referencial en la historia de la música femenina española reciente. Lo que fue debido al hecho de haberse propuesto y conseguido hacer lo que hizo, cuando lo hizo y en momentos de una sociedad dura para su género, profesionalmente. Sus raíces, tan bercianas, han constituido la indiscutible razón y motivo de ligazón a esta tierra de una prestigiosa estirpe de músicos, con todo lo que ello ha significado. Algo que, tanto la provincia leonesa como la comarca del Bierzo en particular, siempre tendremos que agradecer y que, desde «su conservatorio», se ha tratado de reconocer ante todo lo argumentado. Por ello y por decisión unánime del Consejo Escolar del Conservatorio Cristóbal Halffter de Ponferrada, secundada y aplaudida por toda su comunidad educativa, su flamante auditorio tendrá el honor de ser distinguido con el nombre de esta importantísima intérprete, tan vinculada al centro, en justicia y para orgullo de todos. ¡Marita, siempre con nosotros!

Encuentro de Música Tradicional de Felechas 2018. Reedición Cancionero Venancio Blanco. Pregonero



La tierra de las mil y una canciones

El musicólogo . Héctor-Luis Suárez acaba de rescatar del olvido un cuaderno de cien páginas repleto de temas populares recogidos a principios del siglo XX por Venancio Blanco. Destaca un canto en leonés, ‘El coxu de Riguiellu’..




Portadas de los tres cancioneros hasta ahora divulgados, en edición facsimilar, por Héctor-Luis Suárez con motivo de los Encuentros de Música Tradicional de Felechas. DL -


Interesante para los amantes de la cultura propia, curioso para los bibliófilos, útil para los musicólogos... y posible filón para los intérpretes, para los músicos de folk actuales que se afanan en abrir nuevos caminos a la tradición sonora de esta tierra. Son Las mil y una canciones populares de la región leonesa, un cuadernillo repleto de partituras —eso sí, no son mil, el título es sugerencia o símbolo— que el especialista Héctor-Luis Suárez ha añadido, en formato facsímil, a su creciente colección de ‘rescates’. Lo presentó, como ya va camino de ser costumbre, en el pasado Encuentro de Música Tradicional de Felechas, escenario donde también repartió, en años anteriores, los dos bellos cuadernos de La Montaña de León (Cien canciones leonesas transcriptas y armonizadas por Eduardo González Pastrana).

Pero, ¿cómo llegó hasta este antiguo y singular material? «He venido trabajando en el plano pedagógico musical desde hace más de 25 años, empleando en mis clases material encontrado en archivos y en bibliotecas de todo tipo, sobre todo en la Biblioteca Regional Leonesa Mariano D. Berrueta, pero también en algunos de Madrid y de Urueña —explicó Suárez—, así como fruto de mis años de fructífero vínculo con la Facultad de Educación de la Universidad de León. En este caso, y físicamente, adquirí ejemplares tras muchos años de búsqueda».
En cuanto al número exacto de estas ‘mil canciones’, especifica que son 118 en total y que el volumen III de la obra —que es el que ahora ha rescatado y reproducido Héctor-Luis Súarez—, abarca de la 75 hasta esa cifra. Eso sí, en el mismo cancionero se indica que no están completas. «Hay noticia de un mítico y misterioso baúl de materiales relacionados, pero habrá que investigar a fondo y hablar con los herederos de Venancio Blanco, en su día ya sondeados por algunos responsables de cultura astorganos», avanzó.
Y para quienes no conozcan al autor de esta compilación, Suárez lo describe como maestro de capilla de la Catedral de Astorga, de finales del siglo XIX y primer tercio del XX, «de esos leoneses a los que alude la Pícara Justina como ‘morido de amores por su tierra’». «El volumen I de estas Mil canciones se agotó en seguida, el segundo recibió el Premio Ateneo Leonés en 1911 pero tuvo que esperar hasta 1931 para verlo publicado, y el III y póstumo, fue editado gracias a la Diputación de León y a su presidente de entonces, Pedro Fernández Llamazares», informa.
A su juicio, esta recopilación integra a Blanco en un «purpurado grupo» de músicos atentos al patrimonio sonoro de nuestra tierra, sobre todo Rogelio del Villar y Manuel Fernández Núñez, entre otros. «En un momento sociopolítico en el que muchos intelectuales consideraban que ‘hacer región era hacer patria’ y era necesario reivindicar la leonesa, cuadraban trabajos como el de Blanco como grandes referentes», dice el impulsor del facsímil, actualmente profesor en el Conservatorio Profesional de Música Cristóbal Halffter. Pero, desde el punto de vista musicológico, ¿dónde reside la singularidad de esta obra, por qué es importante? «Sobre todo por ofrecer un mosaico de materiales relacionados con el patrimonio inmaterial sonoro cantado en Astorga y sus comarcas cercanas en el último cuarto del XIX, y su tradición en aquellos momentos: bien por relevancia social y amplia difusión (algunas muy localizadas en toda la meseta norte o más lejos en otros trabajos homólogos), por gusto o atractivo personal, o por interés musicológico del compilador», responde. Aun con todo, a Suárez le parece cuestionable «su técnica en el estilo de acompañamiento para piano de las melodías recogidas». Y alude a que el gran experto Miguel Manzano no califica esta obra de ejemplar pero sí acepta «su valor documental innegable».
Un Canto en leonés
«En mi opinión, también es interesantísimo desde otras perspectivas —precisa—, como servir de material pedagógico para el magisterio musical a través del repertorio de cantos de juego, idóneo para ilustrar el medio leonés y su patrimonio inmaterial sonoro, además de mostrar aspectos del dominio lingüístico leonés y la realidad de los instrumentos de la época y la transcripción de sus toques».
Si se le pregunta por los temas que, personalmente, más le han sorprendido o interesado, responde que han sido, sobre todo, dos: «El coxu di Riguiellu (El cojo de Riello), por su valor en el dominio lingüístico leonés sobre un material recogido en otros referentes», y la transcripción de un Aire de gaita maragato referido a la gaita de fole; buena prueba de la convivencia de la icónica flauta de tres agujeros maragata con la gaita propiamente dicha, como también han venido demostrando ciertos testimonios fotográficos.
El coxu es, precisa, «un canto del género de juego coreografiado para pareja de adultos y de género masculino según el apunte del autor, aunque, perfectamente, puede albergar o haber albergado un uso infantil». Y Aire de gaita «legitima la presencia y uso del instrumento en la comarca, algo para lo que no estima indicaciones: especifica para su interpretación el armonium u órgano como instrumentos preferentes; señala con un todo ligado el símil del estilo interpretativo de la gaita de fole que desea para la reproducción de la melodía transcrita; e, incluso, añade detalles sobre el uso del pedal en cada compás, si es que fuera tocada al piano».
Eso sí, ¿aún queda material de este tipo que sacar a la luz? ¿Habrá más ‘sorpresas’ en próximos encuentros de música tradicional de Felechas? «Creo que, en principio y salvo imponderable —responde Suárez—, el trabajo de Blanco saldrá a la luz en su totalidad. Más adelante, si continúa la iniciativa y el mecenazgo, sí puedo decir que habrá sorpresas por mi parte».
De todos modos, ¿cree este especialista que en las comarcas leonesas aún no se ha sabido modernizar, actualizar y sacar partido creativo y social de todo este patrimonio sonoro? «No excesivamente aunque tampoco ha sido inexistente, en especial a partir de la labor de diversos coros a lo largo del siglo XX y de algunos grupos de danza y baile y de música tradicional; pero era y es necesario el conocimiento de todos estos materiales —argumenta—. Y, en especial, el de su contenido más allá de los especialistas y musicólogos. Por ello, como ha ocurrido con el Cancionero Leonés de Manzano y Ángel Barja ‘In memoriam’, es capital el acercamiento del trabajo de Venancio Blanco a través de esta edición para posibilitar su cercanía y su accesibilidad, dado el alto número de interesados en el tema que existen en la actualidad».
Pero Héctor-Luis Suárez no quiere dejar pasar la ocasión sin reseñar que esta «generosa e inusual iniciativa, privada y mecénica de Álef de Bronce ligada al quehacer por este encuentro de Felechas que promueve la asociación local La Brusenda, es modélica y nada o escasamente frecuente, por desgracia, para el patrimonio y su difusión y acercamiento para todos. Por ello, obvios aunque de justicia son los motivos para ponderar y divulgar este gesto para su conocimiento público»



Mil y una canciones de la Región Leonesa

El musicólogo leonés Héctor-Luis Suárez lleva más de 25 años investigando e intentando recuperar el folklore leonés y documentando la música de tradición oral.
Hoy nos presenta el libro «Mil y una canciones de la Región Leonesa» con temas recogidos por Venancio Blanco (1863-1933) maestro de Capilla Astorgano que se dedicó a la búsqueda y divulgación de la música popular leonesa y que hoy son rescatadas del olvido en este volumen que hará las delicias de los amantes de nuestra cultura y servirá para que los grupos de música folk emergentes amplíen su repertorio y nos hagan disfrutar con estos temas tan curiosos, porque el volumen incorpora multitud de partituras. El numero exacto de canciones recopiladas es de 118.
Según Suárez uno de los temas más interesantes que se recogen es: «El coxu di Riguiellu (El cojo de Riello), por su valor en el dominio lingüístico leonés sobre un material recogido en otros referentes»
El autor nos informó también sobre las antiguas ediciones de este libro: «El volumen I de estas Mil canciones se agotó en seguida, el segundo recibió el Premio Ateneo Leonés en 1911 pero tuvo que esperar hasta 1931 para verlo publicado, y el III y póstumo, fue editado gracias a la Diputación de León y a su presidente de entonces, Pedro Fernández Llamazares»

Toque manual de campanas, propuesta como patrimonio inmaterial UNESCO 2018. Artículos en prensa

San Antón. Artículos en prensa.

Aspectos etnomusicológicos de la Semana Santa. Publicaciones y colaboraciones en 2018

Publicaciones y colaboraciones en León sobre temas de Semana Santa en 2018

Presentación en Ponferrada del trabajo divulgativo para Turisleón sobre la Semana Santa Desconocida en la Provincia de León


Diputación publica un libro sobre la Semana Santa desconocida de León



https://www.bierzotv.com/diputacion-publica-un-libro-sobre-la-semana-santa-desconocida-de-leon/




Héctor Luis Suárez y María Antonia Gancedo. Foto: Raúl C.


La Diputación de León ha publicado el libro ‘La Semana Santa desconocida de la provincia de León’. Su autor, Héctor Luis Suárez, ha manifestado en la presentación del mismo en Ponferrada que se trata de un trabajo en el que se ha buscado recoger la esencia de las celebraciones más tradicionales con una exposición de los días en las que tienen lugar y su relación con el Camino de Santiago.
El autor defiende que no se deben intoxicar con la introducción de nuevos elementos como grandes bandas de música o tronos ampliados con el fin de competir con otras celebraciones mayores «La gente viene a ver la esencia, viene a Caboalles a ver a los mineros portando un Cristo, a ver a todos desfilando en Ponferrada en una solo fila arrastrando unas telas..vienen a ver el Lambrión Chupacandiles», ha destacado Suárez.
Recuerda además que procesiones como las de Villafranca, Ponferrada y Bembibre mantienen elementos arcaicos que hay que luchar para que no se pierdan.
El libro contempla, además del hecho etnográfico el religioso, con una descripción de cómo se vive la fe en diferentes puntos de la provincia, pueblos en los que además se vive también del turismo rural, una circunstancia que queda relejada y que el autor la define como la «gallina de los huevos de oro», que debe seguir funcionando o empezar a aprovecharse.

Héctor Luis Suárez presenta en el Museo de la Radio de Ponferrada su libro sobre 'La Semana Santa desconocida de la provincia de León'

El autor e investigador leonés Héctor Luis Suárez presentará este miércoles en el Museo de la Radio de Ponferrada su último libro, 'La Semana Santa desconocida de la provincia de León', un volumen editado por la Diputación en colaboración con la Fundación Monteleón. El acto, que se iniciará a las 19.30 horas, contará con la asistencia de representantes de cofradías y hermandades de toda la comarca berciana, según avanzaron fuentes de la Real Hermandad Jesús Nazareno de Ponferrada.
Además de los cofrades de la capital comarcal, ya han confirmado su asistencia responsables de hermandades de localidades como Bembibre, Cacabelos, Carracedo, Corullón, Quilós, San Miguel de las Dueñas, Toral de los Vados, Villafranca del Bierzo y Villar de los Barrios. El volumen, elaborado en base a un trabajo de campo de más de dos décadas, repasa los diferentes ritos y tradiciones peculiares de cada rincón de la provincia asociados a estas fechas.
En cuanto al autor, Suárez, doctor por la Universidad de Valladolid (UVA), ejerce actualmente como profesor del conservatorio Cristóbal Halffter de la capital berciana, donde se ocupa del área de Historia de la Música. Además, ha trabajado en la Facultad de Educación de la Universidad de León (ULE) y ha sido profesor en el Conservatorio Superior de Música de Castilla y León, en Salamanca.

Las claves de la desconocida Semana Santa leonesa llegan a Ponferrada
CULTURA Este miércoles 7 de febrero a las 19:30 horas el Museo de la Radio acoge la presentación del segundo libro del investigador y profesor leonés Héctor Luis Suárez Pérez


El profesor e investigador leonés Héctor Luis Suarez Pérez es además autor del libro sobre ‘Instrumentos populares’ y a las 19:30 presentará su trabajo sobre la Semana Santa. 
En su libro aparecen capítulos destinados a la Semana Santa de la comarca con sus particularidades más sorprendentes.
Al acto asistirán representantes de las cofradías de Bembibre, Cacabelos, Carracedo, Corullón, Ponferrada, Quilós, San Miguel de las Dueñas, Toral de los Vados, Villafranca del Bierzo y Villar de los Barrios.


Actualización de Materiales pasados hasta el momento no incluidos 1 iesta del Muy Ilustre y Real Barrio de Santa Marina (León-

 Una saga de artículos sobre la fiesta del Muy Ilustre y Real Barrio de Santa Marina (León-España). https://hectorluissuarezperez.blogspot.com/2010/07/una-saga-de-articulos-sobre-la-fiesta.html






Fotos gentileza Blog/web Minube.com del Ramo al Pelayo de 2009, en "Puerta Castillo".
"Un poco caido de sus hombros".

TRIBUNA
«Poner el ramo al Pelayo»

Diario de León. 14/07/2007
Héctor-Luis Suárez Perez

EN NUESTRA ciudad, y tras el siglo XX, como ocurre en otras muchas de su entorno geográfico, pocas son las tradiciones vinculadas a cultos vegetales ancestrales que, a su vez y en relación con nuestro patrimonio costumbrista local, han logrado sobrevivir al desuso y el olvido. Manifestaciones éstas que, además, algunas ya en su día oportunamente habían mutado, tornando en urbanos arcaicos vestigios propios de un entorno rural natural. La provincia y la propia capital, como numerosos territorios del noroeste ibérico, han mantenido a lo largo del calendario y ciclo anual múltiples restos correspondientes a este tipo de manifestaciones, presentándose bajo diversos formatos y significados en cada contexto, muchos otrora cristianizados. Véanse brevemente varios ejemplos.

Comencemos su desglose por hacer mención de algunos ramos tradicionales, dotados como manda la costumbre de elementos vegetales para su adorno. Ramos que con posterioridad a su factura son ofrecidos y cantados a lo largo del año por todas nuestras comarcas. Es curioso destacar que persiste en Cea la costumbre de realizar todavía uno íntegramente vegetal, presentado sin bastidor de carpintero, que es protagonizado por los quintos y quintas todos los años como ofrenda cantada el día de la Candelaria. Otro ejemplo genérico lo constituye, en relación con las bodas, el tradicional adorno con enramadas de los pórticos de las iglesias. Así como el de los portales de los domicilios de novio y novia, además del propio «rastro» de paja, tendido en el itinerario comprendido entre la iglesia y ambas casas. Por no olvidar además el embellecimiento vegetal de carros, sillas y mesas de banquete, etc. según la costumbre de cada pueblo o comarca, e incluso de la misma capital. Representan otra expresión en esta línea los pequeños arcos vegetales que portan algunas mozas en procesiones de romerías como la Virgen del Villar, en Carrizo de la Ribera, o en el cortejo capitalino de las cantaderas, por mencionar alguna. Algo parecido también tenía lugar en ceremonias, hoy menos habituales, como eran las de la celebración «del cantamisa», o ingreso al sacerdocio de un hijo del pueblo. Durante su vertiente profana y festiva éste era obligado por sus vecinos, familiares y amigos a sentarse en gestatoria silla enramada.

Justo es mencionar que algo similar también se verifica en los contenidos de las canciones pertenecientes al repertorio de la novia, entre otras celebraciones, en las bodas maragatas. Pero, a todo ello hay que añadir que, bien delante de la iglesia o de la casa natal del religioso, era costumbre que los mozos pinasen un mayo honorífico, con el chopo mas esbelto del contorno comunal.

El último en el barrio de Santa Marina en esta línea se realizó allá por los años sesenta en los aledaños de la calle de la Hoz. Otro tipo de ramos, ajenos al culto religioso aunque frondosos y cuajados de lazos o adornos, eran y todavía continúan siendo llegada la primavera y en especial en muchos pueblos durante la noche de San Juan, los que los quintos del año, con nocturnidad y secreto, ponían a sus novias o a las quintas, sujetos a sus balcones, puertas o cornisas. Igualmente, el concluir la puesta del techo o tejado a una nueva construcción, aún implica la colocación del ramo. Consiste en este caso en una simple y frondosa rama, a veces acompañada de una bandera, dispuestas en lo mas alto, que implican la consabida invitación a un ágape a los amigos, vecinos y familiares, a modo de celebración. Por su parte y bien con la llegada del mes de mayo, en muchos lugares de la provincia, como entre otros ya recoge Cayetano Bardón a fines del XIX en sus celebérrimos Cuentos en Dialecto Leonés relativos a tierras orbigueñas, se pinaba el árbol pelado conocido como el mayo, ya aludido anteriormente en su otra modalidad vinculada al homenaje al nuevo sacerdote local, conocido como misacanto o misacantano. Mayo que en algunos lugares, como tradicionalmente ocurre cada año en varios pueblos del entorno de las riberas bañezanas del Jamúz, se dota de un pelele de paja de perfil antropomórfico.

Tras el mes de mayo, viene la festividad del Corpus y muchos de los lectores seguro que recuerdan como eran tapizados los pavimentos de los respectivos recorridos procesionales a base de espadañas, tomillos, retamas y otras hierbas aromáticas. Esto sucedía incluso en nuestro vecino barrio de San Martín para el Corpus Chico de Minerva. Pétalos de los niños de comunión, arcos en el recorrido, altares floridos, o ramas apoyadas en las paredes del mismo recorrido sacramental, e incluso alfombras vegetales, nos obligan, por razones de espacio, a cerrar esta pequeña aunque incompleta panorámica. Como colofón hay que añadir que, desde tiempos romanos, como entre otros vestigios nos muestra la arquitectura, las guirnaldas y enramadas vegetales han flanqueado jubilosas tanto los desafiantes arcos de triunfo, destinados a perdurar en el tiempo por su factura en piedra, como sus homónimos de carácter efímero. Es el caso de los que en su día se erigieran provisionalmente, por ejemplo, en Ordoño II y durante el siglo XX, en honor del rey Alfonso XIII o del general Franco, con motivo de algunas de sus visitas a esta localidad.

Pero todo este preámbulo halla su justificación en subrayar la fortuna de la que ha disfrutado nuestra ciudad, al haber podido conservar vivo hasta los años sesenta del pasado siglo, un vestigio relativo a dicha tradición festiva y vegetal de las enramadas de monumentos. Me refiero a la puesta del ramo del Pelayo. Costumbre que efímeramente fue retomada desde 1980 hasta 1985 por algunos mozos del barrio, entre los que en su día me encontré, y que para satisfacción de muchos, resurgirá en la actual edición festiva del barrio de Santa Marina. Eso sí, gracias al hecho de habers e recuperado meses atrás la imagen del «Pelayo» coronando el arco. Por cierto, flamantemente restaurada por nuestro querido Valentín Yugueros.

Sobre este asunto y para llevarlo a efecto del modo óptimo, quizá de cara a próximas ediciones, habrá que estudiar como conjugar procederes y maneras dictadas por la tradición y escrupulosísimas intervenciones respetuosas con la legislación vigente sobre la protección del patrimonio histórico-artístico y la del patrimonio natural y medio ambiente. Pero, aunque como resulta lógico y obvio por lo dicho, en la actualidad y a diferencia de antaño ya no se debe consentir el trepar anárquicamente al arco a una tropa de «alegres» mozos portando «a pelo» dieciséis o dieciocho metros de enramada. Enramada mas o menos gruesa y destinada, tras ser paseada a bombo y platillo cívica y procesionalmente por las calles del barrio, a coronar la entrañable imagen «del Pelayo» y los dos pináculos que la flanquean. Monolitos ambos que a la par eran dotados de sendas banderas de León y España. Y sin olvidar el bajar la espada del guerrero en señal de tregua, mientras se tiraban cohetes desde esa altura y entonábamos con los de abajo el «Somos de Santa Marina¿», como preámbulo a la hoguera, el enorme «mazapán de mas huevos», el arroz con leche, la queimada y el chocolate, la carrera de la rosca, las verbenas¿ Por esto, hay que felicitar y alentar a la Asociación de Vecinos del barrio de Santa Marina, así como a todos los vecinos en general, por que, entre otras iniciativas, se halla hecho el esfuerzo de contribuir a la recuperación de una tradición que forma parte de nuestro innegable patrimonio inmaterial y costumbrista relativo al género de manifestaciones vegetales expuestas.


Portada libro sobre la Parroquia de Sta. Marina La Real de León (España) de Taurino Burón. Gentileza de Diario de León 18 Jul 2003. Aparece en esta antigua foto la espada puesta hacia abajo en señal de tregua por las fiestas. Las festas pasaban y se tiraba el Pelayo con la espada baja hasta que volvían a subir los mozos.




TRIBUNA
Diario de LEÓN. 18/07/2008. Héctor-Luis Suárez Pérez.
"¡Hoguera por Santa Marina!"


Un año más llegamos al ecuador del séptimo mes y con él, la ancestral celebración de las populares fiestas del castizo, Muy Ilustre y Real Barrio de Santa Marina, de la capital legionense. Una cronología anual ésta que, en relación con la devoción a dicha Santa, antaño y en el entorno rural de nuestras comarcas, se ubicaba espacialmente en el calendario del lenguaje coloquial a través de expresiones como «por Santa Marina» o «por Santiago».

Pero, en primer lugar aclaremos ¿quién era Santa Marina? La joven Marina, con su cacha y su palma de mártir, iconográficamente es conocida también como «la San Miguel femenina» al presentar alegóricamente bajo sus pies un dragón. Fue hija del gobernador romano de Galaecia y Lusitania. Nació en el siglo II, según algunos cerca de Pontevedra y según otros, en el orensano Xinzo de Limia. Cobró vida fruto de un parto múltiple que atemorizó a su propia madre, ante los posibles malentendidos de ilegitimidad que tal circunstancia pudieran ocasionarle. Tal miedo la llevó a encomendar el destino de varias de estas hermanas a una de sus criadas para así procurar su supervivencia. La criada las educaría como cristianas. Pasado el tiempo su padre, enterado de su existencia, les ofreció su aceptación oficial -matrimonio, según otras fuentes- si abjuraban del cristianismo. Ante la negativa, la joven Marina y sus hermanas fueron sometidas a tormentos a los que milagrosamente sobrevivieron, ante lo cual a nuestra protagonista le sería cortada finalmente la cabeza. Según la tradición esto ocurrió en la actual localidad orensana de Santa Marina de Aguas Santas, cercana a Allariz, así nominada por haber surgido un manantial en el lugar donde la joven fue decapitada. Un lugar donde hoy se alza un templo de origen románico dedicado a ella. Por ello, hablar de esta arcaica festividad indefectiblemente nos lleva a recordar que muchos son los puntos de nuestra provincia sensibles a dicha devoción, entroncada en el medievo mas lejano.

En el caso capitalino, ello se demuestra por medio de la existencia de este entrañable barrio, geográficamente vinculado a parte del perímetro campamental romano y medieval primitivo. No obstante, en la provincia no es menos conocida y así por ejemplo, los coyantinos de pro, todavía recuerdan su advocación gracias a la imagen de su popular «Cristo de Sta. Marina», venerada talla oriunda de la desaparecida iglesia de tal denominación. Un lugar donde como en la capital se hacía hoguera en esta festividad. Otras localidades provinciales ostentan igualmente su patronímico como denominación local. Es el caso de la orbigueña Santa Marina del Rey o de Santa Marina de Valdeón, en el cantábrico y famoso valle, por no olvidar a Santa Marina del Sil, en la berciana ribera de dicho río. También en el minero Bierzo Alto se halla Santa Marina de Torre, antaño Santa Marina de Montes y, no lejana, al otro lado de los montes, está la maragata Santa Marina de Somoza, antaño documentada como Santa Marinica de Turienzo, asomada casi al borde del camino jacobeo. Por no olvidar a la propia Santa Marinica, aguas abajo del Órbigo y aunque próxima al mismo, sita ya en el altiplano de la comarca del Páramo. Sin obviar la mención de varios lugares que la tienen por fiesta patronal, como por ejemplo Igüeña, también en el Bierzo Alto, o el pueblo maragato de Luyego, que celebra Santa Marina el primer sábado de mayo.

Curiosamente, en lejanos territorios sureños, otrora colonizados por nuestros antepasados, también encontramos rasgos de esta devoción y de esta fiesta patronal. En concreto en la Sierra de Aracena, entre Huelva y Badajoz y en lugares como Cañaveral de León, también aparece la parroquia de Santa Marina Mártir. Pero recordemos igualmente que del S XIII es el gótico templo de Santa Marina de Sevilla, uno de los primeros tras la conquista cristiana. Como también lo es su homónimo cordobés: Santa Marina de Aguas, probablemente así sobrenombrada en recuerdo de las tres fuentes que manaron en el lugar de martirio de la Santa. De fundación en el mismo S XIII y por auspicio del Rey Fernando III El Santo, dicho templo de Santa Marina, como en León, nomina uno de los barrios más antiguos de la ciudad califal. El cordobés pueblo de Fernán Núñez posee también otro ejemplo similar, pues su templo actual del XVIII sustituye al primitivo del XIII. En la provincia de Jaén, hay una localidad así denominada, como también en la de Salamanca y en varios territorios asturianos y gallegos, que tienen otro tipo de emplazamientos con este nombre, como ocurre en Ribadesella con la playa de Santa Marina. Muchos de ellos, celebran sus fiestas patronales coincidiendo asimismo con esta fecha del 18 de Julio. Es el caso de Xinzo de Limia.

En León tenemos nuestras fiestas de Santa Marina y afortunadamente, tras años sin celebración, podemos de nuevo disfrutar de las mismas gracias al empuje y abnegada labor de la asociación de vecinos y su universitaria cabeza visible Hermenegildo, ayudada por otros socios, vecinos y colectivos como la cofradía del Desenclavo, también del Barrio, así como en esta ocasión también con la colaboración de la asociación de hosteleros de nuestro barrio, y esperemos que además con el correspondiente apoyo municipal.

El pasado año, muy acertadamente, se recuperó la tradición del enramado «del Pelayo», relacionada con arcaicos cultos vegetales, y año tras año irá adaptándose y mejorándose en su realización uniendo tradición y nuevas realidades de toda índole. Este año y en relación con estas tradiciones ancestrales, probablemente no sería difícil rescatar la famosa «hoguera de Santa Marina», donde cada vecino contribuía echando como combustible trastos viejos, con todo lo que conllevaba tal acción a nivel de interpretación simbólica y antropológica.

Una hoguera que se encendía en el Espolón o en la «era del moro», cerca de la presa y del mítico «Molino Sidrón» -cuyo edificio por fortuna todavía se conserva como algo único en el casco urbano y esperemos que por tiempo, aunque muchos todavía desconozcan su existencia-. Como digo una hoguera que, allá a principios del XX, según el alcalde Eguiagaray Pallarés, año tras año rivalizaba en dimensiones y popularidad en nuestra ciudad con su otra célebre competidora: la de Santa Ana.

Pero, si no es para estas fiestas, sin duda lo será para otra entarroz con lecheusiasta edición, como también lo serán la distribución del típico , ¿», por mencionar «la carrera de la rosca» en Puerta Castillo, o el enorme >«mazapán de más huevosalgunas. Felices fiestas a todos los nacidos, «criaos» y actuales vecinos del barrio. Gracias a la comisión, colaboradores y patrocinadores. Y que, además de este año, el que viene una vez mas todos podamos cantar también codo con codo el tradicional «Somos de Santa Marina, la gente más fina que habita en León¿».




Antigua foto del Arco de la Carcel o "Puerta Castillo", en el momento de la demolición de los cubos del fondo. Fines S XIX arranque XX. Foto gentileza del blog el internauta de León.

Tradición y orgullo de barrio:Santa Marina.
Tribuna. Diario de León, 19/07/2009.
Héctor-Luis Suárez Pérez. Musicólogo.



Antes que nada, quisiera resaltar a través de este artículo como todavía en la actualidad la celebración de la fiesta de barrio constituye un importante hecho de notable interés para el etnógrafo y el antropólogo, planteado desde múltiples perspectivas. Al tratarse de una manifesta ción lúdico-social, fruto de un sentimiento y trabajo colectivos y además, caracterizada por su marcado vínculo a un grupo vecinal concreto, su desarrollo genera actividades peculiares que contribuyen a reforzar ese atractivo interés. Y lo hacen tanto por su singularidad en el diseño, hecho diferencial que las caracteriza y distingue frente a otras similares, obra de otros grupos locales, como también inevitablemente, lo hacen en base al desarrollo de los aspectos vivenciales compartidos que desencadenan y que refuerzan los lazos afectivos entre sus protagonistas.

Pues bien, un año más, con el ecuador del verano, el cálido mes de julio acerca la fiesta al Barrio de Santa Marina. Castizo y singular, su angosto espacio físico representa uno de esos pocos reductos de nuestra vieja capital que continúa manteniendo vivo entre muchos vecinos y leoneses ese peculiar y entrañable orgullo de pertenencia al mismo. Sentimiento cu asi tribal que, misteriosame nte en nuestra contemporaneidad, todavía allí se siente y palpa vivo como honorífico marchamo de estirpe. Un blasón vigente tanto entre muchos de sus actuales moradores, como por supuesto y por tradición, entre los que en su día lo fueron, allí nacieron y se criaron. Vamos, que con ello nos hallamos ante lo que, en términos técnicos, el profesional del ramo de antropología o de las ciencias sociales valoraría como un aspecto vinculado al «grado de adscripción étnica» de un grupo social. Concepto éste clara y castizamente ejemplificado a través de aquella voz popular que canta: «Somos de Santa Marina, la gente más fina que habita en León-¦».

Pues bien, precisamente para el erudito, uno de los marcadores de este tangible «nivel de relevancia social» despertado por tan «identitario» asunto, se fundamentaría en dos diferentes modos de manifestarse. Uno representado por la aludida característica de afirmación en el sentimiento colectivo de «orgullo patrio». Otro, planteado como consecuencia directa del aspecto anterior, que atiende al hecho por el cual, en la actualidad, algunos entusiastas vecinos del barrio todavía sean capaces de promover y mantener vivas iniciativas y acontecimientos colectivos tradicionales importantes, propios de comportamientos vitales hoy en desuso en entornos urbanos y consiguiendo cierto grado de continuidad.

Por tanto, frente a una realidad tradicional bien distinta no muy lejana en el tiempo y repleta de eventos d e este tipo -fiestas de Santa Ana, de San Mamés, de San Lorenzo-¦ -, y en la actualidad ante su escasez dentro de nuestra ciudad, las fiestas del Barrio de Santa Marina constituyen una auténtica reliquia de celebración vecinal. Una realidad casi sublime para el investigador de las tradiciones populares locales, que además surge desde la iniciativa popular y no desde la institucional, en una ciudad de complicado perfil socio-participativo como es el León de nuestros tiempos. Por ello, vaya un año mas desde aquí mi enhorabuena y el aliento a los organizadores, su Asociación de Vecinos del Barrio, con su presidente Hermenegildo a la cabeza, extensiva también a todos los vecinos en general, a los participantes, activos o pasivos y a los colaboradores tradicionales, como son la Cofradía del Desenclavo o la Asociación de Hosteleros del Romántico, los patrocinadores publicitarios y también al personal colaborador del Ayuntamiento, por hacer bien su trabajo en relación al evento. E incluso también como no, a quienes participen de la fiesta o lean estas líneas y después «comenten la jugada» . Entre todos lograrán que no decaiga la ilusión y que no se interrumpa el natural discurrir festivo anual.

Y expuesto esto, vamos a lo vivencial afirmando que Santa Marina continúa siendo un barrio jaranero por naturaleza, con su centro del jolgorio en la actualidad desplazado hacia las zonas de Torres de Omaña y el romántico Parque del Cid. Gracias a este sentimiento festivo un año mas el Santo Niño Pelayo, martirizado en Córdoba -que no el regio Don Pelayo bastante anterior, como equivocadamente rebautizan algunos despistados - volverá a adornarse con su verde y elegante ramo. Un ramo que, siguiendo un operativo actualizado, hoy en día literalmente resulta «puesto por el Ayuntamiento» y sus técnicos, lógicos sustitutos de los arriesgados mozos trepadores del barrio de antaño.

En aquellos tiempos, la subida a lo alto del Arco implicaba también consigo el ascenso a cuestas de la pesada enramada y las banderas de León y España, sin olvidar el cohete que, ya desde arriba, tirábamos al terminar el adorno. Su explosión marcaba el inicio de la fiesta, momento provocador del aplauso general de los asistentes e inicio oficial del jolgorio. Pero el operativo citado no quedaba en el mero adorno vegetal ancestral, ya que se completaba de otro rito consistente en poner hacia abajo la espada de la pétrea y erosionada mano de nuestro santo niño guerrero, en señal de tregua.

El Arco quedaba de la guisa descrita durante unos días y hasta el final de las celebraciones, momento triste en que regresábamos, también ceremonialmente, para retirar todos los archiperres. Acto seguido, ya en el cercano corralón de San Albito, procedíamos a quemar la descendida y seca enramada en la hoguera tradicional de la noche de cierre de las fiestas de Santa Marina. Era este un acto muy familiar y vecinal, numéricamente no muy concurrido, que se desarrollaba alrededor del canto y baile, del chocolate y la queimada. El broche lo ponía el canto del «Somos de Santa Marina», despidiendo las últimas brasas. Con la quema del ramo se cerraba el ciclo de este ancestral rito vegetal hasta una nueva edición. Así había sido siempre. Leoneses y vecinos: >¡Viva Santa Marina!



Santa Marina:
«La fiesta de barrio con más huevos»


Tribuna.Diario de León, 18/07/2010.
Héctor-Luis Suárez Pérez. Musicólogo y en su día «mozo del barrio».


Comenzó la primera de las últimas y recientes etapas de puesta en valor o recuperación de las castizas fiestas del Barrio de Santa Marina en la primavera de 1980. Todo se debió a la iniciativa del entonces párroco de Sta. Marina «La Real», D. José María Barrero, cariñosamente conocido como «el Chema» por quienes conformábamos la juventud parroquial de aquel entonces. Su ocurrencia implicaba un pensado modus operandi de «personalísima intervención pastoral parroquial».

Éste se manifestaba a través de la organización de algún tipo de sencillo y participativo festejo popular de honra a nuestra querida y gallega patrona su aparentemente inocente planteamiento original, la propuesta debía de servir tanto de aglutinante como de revulsivo social y religioso de su parroquia y por tanto del barrio incluido en ella. Un antañón conjunto éste, sito en el mismo centro de la ciudad y mutado por el paso del tiempo en la compleja configuración social que manifestaba en aquellos controvertidos tiempos de cambio. Arrancó el proyecto tras quince o dieciocho años de letargo festivo forzados por tal complejidad vecinal, el envejecimiento o la inactividad y falta de iniciativa moceril festiva. Tímidamente, planteado «a título parroquial» y a modo de prueba, casi sin tiempo para su gestión, el bueno de Don José María se puso manos a la obra. Con una fórmula tan vieja como eficaz, su estrategia se esbozó correcta e intuitivamente desde planteamientos puramente antropológicos heredados de la costumbre. Los mismos giraron en torno al fomento del refuerzo identitario colectivo, a partir de la participación en una empresa común - en éste caso, provocada por la puesta en valor, dignificación y rescate de la tradición festiva patronal propia, perdida por la comunidad-. No malició el promotor las consecuencias en el paisanaje de su en apariencia inocente «tejemaneje» y por tanto, el resultado resultó un revulsivo, sí, aunque no totalmente en la línea que el clérigo pretendía.

Pero a pesar de la escasa publicidad, el proyecto parroquial quedó al albur de la severa y crítica observación del sorprendido, siempre bueno y como se ha dicho, controvertido vecindario. Conjunto humano castizamente concienciado sobre el tema, además de auto considerado ferviente portador vivencial de la ortodoxia en la tradición festiva al respecto. Por tanto y como si de una obra de Berlanga o un episodio de «Don Camilo» se tratase, la polémica quedó servida para algunos sectores y el tema se abrió al cómico debate surrealista en los naturales y convenientes foros de costumbre. Es decir, para los varones la barra de bares o tabernas y para las señoras, superada la época del caño y el lavadero, el mostrador de panaderías, tiendas de ultramarinos, etc. Sin resolver nada finalmente, como también es costumbre, antes y después de la celebración, los polemistas «se pusieron las botas» a opinar y debatir de modo cósmico, activa y acaloradamente asuntos como la esencia de la fiesta del barrio, la licitud y conveniencia del protagonismo del párroco, el color clarete del vino-¦, las carencias, novedades y aciertos del programa frente a tiempos pasados, así como lo que más se echó de menos: «el ramo del Pelayo», «la carrera de la rosca», «la hoguera», etcétera. Recuérdese que, como ya comenté en algún artículo precedente, «ser de Santa Marina» era y es para muchos de sus moradores o nacidos en él - entre los que, si se me permite, me incluyo- un honroso blasón de marcado sentido de adscripción grupal en la tradición local capitalina. Sentimiento compartido por otros barrios históricos.

Pues bien, en medio de tan prototípica panorámica general «a la leonesa» y con «oídos sordos» a la misma, varias fueron las particulares ideas de Don José para salvar la ocasión. Así, con el soporte logístico y humano de «los monaguillos» y de los integrantes de los grupos de jóvenes parroquiales, el también controvertido clérigo de sotana diseñó un sencillo conjunto de actos alrededor de la vespertina Misa Mayor del sábado. Actos que, finalmente y de modo casi súbito para esa edición festiva, verían su materialización a través de un flamante, sorprendente y esperado programa de fiestas, a la par que breve. Eso sí, por supuesto, carente en sus contenidos de baile y de otros inevitables actos tradicionales «sospechosos de promover agresiones a la moral y faltas de recato». Trasnochados argumentos para hoy que entonces «pesaban mucho».

Para hacer realidad dicho programa festivo varios entusiasmados adolescentes parroquiales editamos un naif programa de fiestas. Artesanal en su factura a multicopista, resultó de edición más que correcta gracias a la impagable colaboración de los PP. Agustinos y en concreto a la paciencia del entonces joven y montañero P. Isaac Insunza. Se presentaba dotado de escasa publicidad y en formato a tamaño folio, a una tinta sobre hojas de colores, que le aportaban variedad. El «programa azul», sorprendió a los parroquianos y se repartió por todos sus domicilios para, como era costumbre, obtener las oportunas propinas paliativas del gasto. Su contenido se desglosaba enfocado a recuperar y poner en valor varias tradiciones del barrio, algunas de índole gastronómica y relativas también a festividades de Santa Marina provinciales. Entre ellas el reparto de la apañada y efectiva «limonada leonesa», bien fresquina, y el de «arroz con leche», ofrecido por varias vecinas y típico en algunas mesas como postre del día de Santa Marina. Pero al buen párroco, el conjunto todavía le parecía poco original y no se le ocurrió otra cosa para salir de la rutina que ofrecer a la patrona algo que llamase la atención de todos: un enorme mazapán. Postre argumentado en la usanza de un pueblo de la provincia vinculado en su historia medieval a las posesiones del desaparecido y otrora poderoso Monasterio de Santa Marina, antecesor de esta parroquia.

La simpática novedad y «embolao» del cura retó la capacidad profesional del maestro pastelero Campazas, de San Mamés, gracias a quien ¡cobró vida el mazapán!. Eso sí, no falto de problemillas como la realización del propio molde o los emanados de la responsabilidad que de su buen oficio demandaban el diseño, las dimensiones y un rico resultado. Algo que, por cierto, logró de modo magnífico, pues muchos recordamos todavía su reparto... Parecía incomprensible que la troceada multitud de esponjosos pedazos del enorme dulce - unas mil raciones -, desapareciera en tiempo record.

Conseguida la colosal obra repostera, para dar juego al evento y procurar su difusión, ocurriósele al buen párroco acompañarla de un sonoro y festivo paseo previo a la misa. Así, a modo de sorollesca «procesión de los panes» en los murales de la Hispanic Society de New York, perjeñó el asunto, aunque portando el roscón en parihuela, sin pendones - recuperación que también rondó su iniciativa, pues se conservaba la vara- y sin imagen patronal, ni cruz y ciriales. De tal guisa, en una soleada tarde de julio, cobró realidad el planteamiento acompañado con los machacones sones del reclamo heráldico de una improvisada y voluntaria banda de cornetas y tambores. Integrada por componentes y excomponentes de la Banda de Minerva oriundos del barrio, con instrumentos cedidos por su entonces seise, el inolvidable «Oscarín Trobajo».

Durante el cortejo por las calles próximas a la parroquia, el enorme presente resultó acompañado inesperada y espontáneamente por algunos vecinos. A título de anécdota, varios vecinos, desorientados por la novedad, la falta de propaganda y ante la ausencia de cruz y ciriales, recibieron el evento como si de un festivo e idolatra acto pagano de exaltación popular del gran «roscón» se tratase y no como improvisada presentación de ofrenda para su oportuna bendición en la misa posterior, tal y como pretendía el inocente D. José María. Eso sí, previa también a su cristiano reparto siguiendo el criterio de «cucharón y paso atrás».

No resulta extraño que, ante tan excepcional e inesperado acontecimiento, en un barrio castizo como éste, la ironía popular no se hiciera esperar, surgiendo el chascarrillo de modo espontáneo. Así y derivado de las detalladas explicaciones numéricas a propósito de los ingredientes del enorme roscón, por las que el honrado pastelero indicaba que tenía más de dos mil huevos, se generó aquello de que Santa Marina era «el barrio que tenía más huevos-¦ para hacer y procesionar un mazapán».

La participación vecinal y los comentarios que los mayores nos hacían, dieron pie a que el año siguiente los mozos formásemos una comisión y rehiciéramos la fiesta ya con todas sus peculiaridades tradicionales naturales, incluido el novedoso mazapán -¦ «de los huevos». Un roscón que no dejó de traer p olémica pues el buen párroco, un año más tarde y debido a nuestra inclusión del baile, no accedió a dejarnos «sus» moldes a los mozos para su elaboración ni a celebrar la misa.

Por razones de espacio no se publicó este último párrafo. Algo opotuno pues, la Asociación de vecinos en este año no ha podido ofrecer ningún acto al vecindario:

...los mozos para su elaboración ni a celebrar la misa y... Pero, esto se lo contaré el año que viene en esta saga de artículos que recoge también en Semana Santa la revista de mi Cofradía del Sto. Cristo del Desenclavo, radicada en la parroquia, en los que reitero mi apoyo y consideración a los organizadores y miembros de la asociación vecinal. Leoneses y vecinos del Barrio, “la gente más fina que habita en León”, un año más: ¡Viva Santa Marina! y que en “la enramada del Pelayo”, “la hoguera”, “la chocolatada” y demás actos cantemos juntos el “Somos de Santa Marina”…