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martes, 16 de octubre de 2018

Artículo "Marita"




TRIBUNA

Marita: lujo de trayectoria vital que la provincia no puede relegar al limbo


HÉCTOR-LUIS SUÁREZ PÉREZ 
PROFESOR DEL CONSERVATORIO PROFESIONAL DE MÚSICA CRISTÓBAL HALFFTER DE PONFERRADA (leon)
19/02/2018

El pasado mes de diciembre nos abandonó María Manuela Caro y Carbajal Marita. Para muchos, además de la inseparable mujer y compañera del compositor Cristóbal Halffter, el incuestionable motivo para su vínculo con esta provincia leonesa, con la comarca berciana y con la localidad de Villafranca en particular. Un lugar donde nadie desconocía que, tanto ella como sus familiares mas cercanos, entre sus ascendientes y alrededor del Marquesado de Villafranca del Bierzo, acumulan tantos y tantos representantes de una antañona estirpe de abolengo nobiliario hispano, con varios ‘Grandes de España’ en su elenco. Pero su herencia de nobleza no radicaba en su ‘estado de nobiliario’, pues a ella le tocó en herencia el castillo y el título a su hermano.
Marita, en el idílico Bierzo vinculado a su familia e infancia, heredó y cultivó en su niñez el gusto por el arte del sonido, dándole con el tiempo forma para, ya en su juventud, eclosionar profesionalmente de modo brillante en la capital de España. Un fenómeno y proceso tal vez paradójico a ojos de alguno —como también alguien muy próximo a ella expresase en su despedida—, que fraguó su origen en un lugar tan aislado de la realidad cultural musical más puntera, como era Villafranca. Pero, probablemente, esto no se acerca a la realidad, ni hace justicia a la semilla que en ella afloró. Como algo más de un siglo y medio antes hubiera arraigado también en otro ancestro de su estirpe que, precisamente en su contexto más musical —leyendo música reclinado sobre un teclado— ya retratase el mismísimo Goya —hoy, en El Prado—. Me refiero a su ilustrado antepasado directo José Álvarez de Toledo Osorio, XI Marqués de Villafranca, Duque de Medina Sidonia y Duque de Alba. Quien, en tiempos de Carlos III, además de excelente melómano era académico de Bellas Artes, mantenía contacto epistolar con Haydn y era buen tañedor de viola en el estricto círculo del infante clavicenvalista Don Gabriel. Por tanto, tal vez la genética artística de su noble condición se unió en algún modo a su ‘nobleza personal’, más decisoria, para su vínculo con las artes, con la música y con el piano en concreto como vehículo de expresión interpretativa.
Esta singular mujer, toda una señora de gran personalidad y carácter a todo nivel vital, como podría afirmar cualquiera que la tratase, afrontó como pionera de la interpretación retos históricos para la particular historia de las pianistas en España. Retos y logros que, injustamente, todavía son desconocidos por muchos. Jesús Ruíz Mantilla nos contaba en El País que Marita culminó sus estudios en Conservatorio Superior de Música de Madrid, a finales de los cuarenta, con Premio Extraordinario para, poco después, obtener el Ricardo Viñes. Solista de piano con la Orquesta Nacional —una de las primeras de su género—, se atrevió con repertorio contemporáneo del XX. La obra de compositores como Pierre Boulez, Ligeti, el exiliado Roberto Gerhard y otros de la escuela de Viena, como Anton Webern formaron parte de sus interpretaciones. De su marido grabó su integral para piano y, con la Orquesta de la Radio de Baviera, estrenó su concierto para piano. Fue además colaboradora de numerosas orquestas europeas de gran prestigio.
Un palmarés que ha constituido el motivo principal para que, los grandes medios culturales de comunicación de nuestro país, se hicieran eco de la noticia de su desaparición. Algo que a muchos sorprendiera pues, era noticia por sí misma y por la importancia de su propia biografía profesional, y no por su condición de «cónyuge de». El País, El Mundo, Radio 2 Clásica, los medios musicales especializados y los leoneses y de la comarca berciana en general, por citar algunos, han dado fe de ello.
Pero además, Marita enamoró a Cristóbal hasta su muerte. Y ella se enamoró de él, del músico y del hombre, del mismo modo. Como prueba, el sacrificio de su carrera por su propuesta vital y familiar común, con sus hijos —a los que empapó de amor a su Villafranca— y, mientras… ellos dos «siempre juntines», hasta el fin. Así, muchos hemos tenido la oportunidad de verlos en «su conservatorio», además de compartir con ambos tantos momentos de modo sencillo y afable. Un cariñoso matiz de comportamiento tan espontaneo, bonito y entrañable en lo humano que, tal vez, tenga algo o mucho que ver con el hecho de que uno de los dos amantes hubiera visto la luz y se criase en Villafranca. Pues, a otros hijos de la villa, les ha inundado una característica similar…, habría que preguntárselo a sus amigos Antonio Pereira y Úrsula.
Pionera en erigirse como músico profesional al más alto nivel como intérprete pianística, Marita fue por ello un personaje referencial en la historia de la música femenina española reciente. Lo que fue debido al hecho de haberse propuesto y conseguido hacer lo que hizo, cuando lo hizo y en momentos de una sociedad dura para su género, profesionalmente. Sus raíces, tan bercianas, han constituido la indiscutible razón y motivo de ligazón a esta tierra de una prestigiosa estirpe de músicos, con todo lo que ello ha significado. Algo que, tanto la provincia leonesa como la comarca del Bierzo en particular, siempre tendremos que agradecer y que, desde «su conservatorio», se ha tratado de reconocer ante todo lo argumentado. Por ello y por decisión unánime del Consejo Escolar del Conservatorio Cristóbal Halffter de Ponferrada, secundada y aplaudida por toda su comunidad educativa, su flamante auditorio tendrá el honor de ser distinguido con el nombre de esta importantísima intérprete, tan vinculada al centro, en justicia y para orgullo de todos. ¡Marita, siempre con nosotros!

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